miércoles. 24.04.2024
El MIRA Noticias
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La muerte de mi padre no es más terrible, ni más cruel, ni más devastadora que la de cualquier otro padre para sus hijos y familiares. Hoy en día, gracias a las redes sociales y a los medios digitales, cualquiera puede escribir unas palabras en honor de sus seres queridos. En mi caso, por mi condición de periodista, cuento además con amigos como los de Mira Jerez que me ofrecen este privilegiado espacio para hacerlo. Pues bien, a lo que iba.

Javier Vidal Moreno falleció ayer sábado Día del Carmen a los 66 años de edad tras permanecer tres meses y medio en la UCI del Hospital Universitario Puerta del Mar, a consecuencia de un ICTUS hemorrágico. Durante este tiempo, hemos vivido en una montaña rusa continua de sentimientos, esperanzas y desconsuelos, avisos de muerte inminente, mejoras repentinas y vueltas al peor escenario sin posibilidad de hacer nada más que confiar en la atención que le prestaban los médicos, enfermeras y especialistas; neurólogos, intensivistas, cirujanos etc. Hemos conocido a muchos profesionales, la mayoría no sólo buenos médicos, también buenas personas que empatizaban con la dureza del caso y hacían por suavizar las noticias ya por sí ásperas no, lo siguiente. A todos ellos gracias, de corazón.

 

En este intervalo, mi padre requirió dos operaciones urgentes: la primera una embolización y la segunda un cambio del drenaje externo que tenía desde el principio a uno interno que le posibilitara poder llevar una supuesta “vida normal” que nunca llegó.  Ambas operaciones se retrasaron más allá de lo recomendable, contribuyendo estos retrasos al sufrimiento y la impaciencia familiar y quién sabe si al del propio enfermo.

La primera ocasión fue porque se rompió una pieza de la máquina necesaria para practicarle la embolización y la pieza o los técnicos, o las dos cosas, debían de llegar desde Alemania o desde Madrid, o desde ambos sitios. La segunda, la del drenaje interno, se retrasó una semana más de lo previsto porque -dicho off the record por los propios médicos que nos atendieron- debido a que “estamos en Julio y ya sabemos lo que ocurre con el personal en estas fechas”… En fin. Lo de siempre. Los recortes en la administración que afectan a lo que no tiene que afectar y blá blá blá que, mire usted, ni los razonamientos más sesudos alivian cuando se trata de perder a un padre, a una madre o a un hijo.

No hay que olvidar que a mi padre, a Javier Vidal, le salvaron la vida cuando según el cuadro que sufrió debía haber muerto de forma inminente. Y se la pudieron salvar a pesar de que la ambulancia que se llamó cuando le dio el fortísimo dolor de cabeza y los primeros vómitos no quiso llevárselo ya que sus constantes vitales estaban perfectas, recomendándole a mis familiares allí presentes que, ya que tenía seguro privado, se lo llevaran por sus propios medios al hospital ya que “no les gustaba nada ese dolor de cabeza” pero claro insistían en que “si no era grave alguien tendría que pagar el coste del traslado”, y ya sabemos que nadie está para pagar cosas extras y más si de antemano te asustan de que será una cantidad importante. Ahí se perdió un tiempo precioso. En cualquier caso de Ictus, en el isquémico más, cada segundo es oro. En el caso de mi padre supuso la diferencia de estar consciente a pasar a entrar ya en coma en el hospital. Quién sabe. Ya da igual, o no.

Javier Vidal fue el primero de su promoción en las oposiciones al Cuerpo Nacional de Policía en 1969. Desde entonces y mucho después ya como Inspector Jefe de Policía, primero en Jerez y luego en Ceuta, vivió por y para su profesión, entregándose a cada caso en cuerpo y alma, siempre respetando los valores que guiaron también su vida personal. Como ejemplo de esto último recuerdo una anécdota que viví con él. Tendría yo dieciséis años y pasábamos por el Señor de la Puerta Real en la calle Consistorio, delante del Ayuntamiento de Jerez. En ese momento mi padre vio cómo un caco estaba sacando los ramos de flores que la gente había dejado allí como ofrenda y los ponía en una especie de carretilla. Al vestir mi padre de paisano, el sujeto no se percató de su presencia hasta que lo tuvo al lado y mi padre, sacando discretamente la placa se presentó. Lo llevó a dentro de la Capilla y, aunque a mí me hizo permanecer afuera pude ver lo que pasó. Primero, le hizo poner cada uno de los ramos dónde estaban, luego le dio dos opciones; o pasar por comisaría o rezar y, claro está, el caco eligió lo segundo. “Es que no me sé ninguna oración -dijo el hombre- no te preocupes que yo te voy guiando, venga -contestó mi padre-… Padre nuestro que…”. Luego rezaron la Salve y terminaron con un Credo. Por último mi padre le hizo prometer que nunca más robaría esas ofrendas que estaban allí puestas por la fe de personas que estaban sufriendo y que pedían por los suyos al Señor. Y él lo prometió y se marchó dándoles las gracias.

Así era mi padre. Un gran tipo. Tengo mil anécdotas más que podrían hacer entender por qué, por ejemplo, recibió la Medalla al Mérito Policial o por qué era tan querido dentro y fuera de la profesión. Hay profesiones más ingratas que otras y la suya, muchos lo sabrán y lo vivirán en sus carnes cada día, es muy muy ingrata. Noches de guardia, tu vida en riesgo a cada segundo, amenazas… Pero él era feliz haciendo lo que hacía y lo que mejor sabía hacer. Porque él era Policía y eso era un orgullo para él. Y saber que él dedicó su vida a los demás es hoy un orgullo para nosotros.

Y como padre sobran las palabras. Baste decir que hay personas irrepetibles.

Carlos Serra, comisario de la Policía Nacional de Jerez, ha manifestado a MIRA Jerez su profundo dolor ante tal pérdida: "Que tus alas azules de buen policía al servicio de los ciudadanos vuelen en el Cielo desde donde seguirás protegiendo a todos y en especial a tu familia."


Desiré Vidal, periodista jerezana afincada en Washington D.C. desde 2014. Ha sido reportera, presentadora de noticias y jefa de redacción y actualmente colabora con varios medios de comunicación tanto españoles como norteamericanos. Además, combina su labor como consultora de Marketing online y especialista en Social Media con sus estudios de postgrado en Periodismo Contemporáneo por la Notre Dame of Maryland University (USA).

Javier Vidal Moreno: El inspector jefe que hacía rezar a los cacos