viernes. 26.04.2024

Un brindis

Elaboran una ley que inculpa a los padres de menores de edad que son sorprendidos consumiendo alcohol en plena vía pública

Un brindis

Levanto mi copa y ofrezco un brindis. Gesto al que estoy seguro que mucho de ustedes, señores lectores, se sumarán nada más conozcan el por qué de dicha manifestación de saludo. Y si ustedes, como yo, son padres no sólo brindarán sino que se preguntarán el por qué llega ahora.

El refranero asegura que más vale tarde que nunca, y sólo por eso tiene especial valor la decisión de la ministras de Sanidad, Dolors Montserrat de avanzar en la elaboración de una ley que, entre otras medidas, culpe o inculpe a los padres de aquellos menores de edad sorprendidos consumiendo alcohol – u otras sustancias – en plena vía pública. Por ejemplo, en un botellón. Soy padre y aplaudo a rabiar la iniciativa.

Puede ser que algunos sectores de la sociedad, los mismos que siempre ponen todo en tela de juicio, consideren que prohibir beber a los menores en la vía pública es una fórmula de cercenar la libertad del joven para hacer lo que le venga en gana. A reglón seguido, a buen seguro, se podrán oír con profusión de adjetivos hacia quienes gobiernan términos pretendidamente insultantes, tipo ‘fachas’, reduciendo la situación al articulado de la ley mordaza, que en esto, ni pincha, ni corta, ni sirve cañas.

Cuando yo era niño y jugaba a la pelota con mis colegas en la calle Ministerio de la Vivienda y rompíamos un cristal, pagaba el padre de quien dio el patadón al esférico emulando al entonces pichichi Santillana. El padre se enfadaba con el crío, arreglaba el desperfecto, y al día siguiente volvíamos a jugar, aunque con menor ardor deportivo guerrero.

Es decir, en aquellos no tan lejanos años setenta, estaba muy asumido entre las familias lo de quien la hace, la paga. Hoy, muchos años después, parece que hay padres que no asumen su responsabilidad y permiten que sus hijos den balonazos y más balonazos en forma de botellón bien cargado de alcohol…. Total, pagará la Seguridad Social.

En los últimos meses hemos sabido de niños, adolescentes – en cualquier caso menores de edad - muertos por consumo excesivo de alcohol. Y lo más grave es que en vez de escandalizarnos, vemos el fenómeno como normal. Y, sintiéndolo mucho, no puede ser normal.

No es normal que un menor pueda comprar una botella de whisky o de ginebra y que ningún vendedor les pida identificación. Tampoco es normal que la Policía, siguiendo órdenes del superior jerárquico y probablemente político, brille por su ausencia en los botellones. Por lo menos, que una pareja uniformada infunda respeto entre los menores o sirva para llamar a una ambulancia en casos extremos.

Luego, señora ministra de Sanidad, una ley como la que ha propuesto es necesaria. Urgentemente necesaria. Pero mucho dudo que su bienintencionada decisión muera en los carpetas de sus señorías miembros del Congreso y del Senado, tal vez porque éstos nunca han pisado la calle ni han testado que ocurre con los jóvenes una noche de botellón.

Por eso, ministra, apóyese en los que más saben de estas circunstancias. Lea al juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, quien exige la prohibición del consumo de alcohol en la vía pública, amén de otra serie de iniciativas que son bien aceptadas por cualquier ciudadano con los pies en el suelo.

Hágalo como tenga que hacerlo, señora ministra, pero hágalo ya. No le voy a explicar aquello de que el arbolito desde chiquitito. Pero no sería bueno que el arbolito se convierta en un hermoso ejemplar al que pocas medidas correctoras serían eficaces.

Un brindis