miércoles. 24.04.2024

“En el estudio del violín se necesita una gran paciencia. Hay que ser muy sensible y preciso para la afinación de las notas”

El renombrado violinista jerezano de prestigio internacional Enrique Orellana protagoniza una nueva sesión del ciclo ‘Diálogos en Bodegas Álvaro Domecq’ incluido en la programación cultural Cultusema.

  • “Con don Antonio Arias me tocó la lotería. Los años que pasé estudiando a sus órdenes fueron maravillosos”
  • “¿Que si me siento profeta en mi tierra? Bueno… echo en falta ciertas actitudes”
  • “Yo estoy muy agradecido a la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras por mi nombramiento de Académico Correspondiente. Institución que además desarrolla una intensa labor de comunicación sobre muchos temas de actualidad”

Enrique Orellana_ De izquierda a derecha: El gerente de Bodegas Álvaro Domecq José Manuel Anelo, el violinista Enrique Orellana y el coordinador de la programación cultural Cultusema Marco A. Velo.

Enrique Orellana es un violinista de alborozado y lustroso crédito y prestigio internacional. Acaso Jerez de la Frontera aún no haya rendido los honores adecuados a la excelsa categoría de su reputada trayectoria profesional. Amén la humildad personal que destila por doquier –rasgo legítimo y legitimado de hombres virtuosos para con el dominio de su género artístico‐, Enrique suele mostrarse risueño al ritmo de su contento interior, cortés con arreglo a las mantenidas formas a la antigua usanza del trato social, recreativo en la conversación siempre reveladora, franco y veraz frente a la realidad circundante del tiempo presente e inalterablemente honesto al amparo de su esfuerzo y su centrípeta capacidad de trabajo (que deviene como derivable sinfonía de certezas humanistas).

Ha protagonizado una nueva sesión del ciclo ‘Diálogos en Bodegas Álvaro Domecq’ incluido en la programación cultural Cultusema. Tan sólo nos solicitó un leve e incluso comedido favor: que el violín de sus años de estudio y sus décadas de rotundos e inocultables triunfos a lo largo del ancho mundo apareciese –asido a su imagen‐ en la fotografía de esta entrevista que enseguida principia –ab imo pectore‐ bañada en la liquidez de la más solícita sinceridad…

¿Cómo comenzó su afición o, por mejor decir, su vocación por la música en general y por el violín en particular? ¿Fueron duros los inicios de estudiante?

Mi afición por la música creo que nació conmigo: en mi casa siempre se ha hecho música, pues mi padre era un tenor aficionado que poseía una gran voz y que cantaba con una gran musicalidad. Posiblemente esa musicalidad le venía de haber estudiado el violín, que tuvo que dejarlo por la rotura del brazo izquierdo, él estudiaba con don José Martínez Carmén (que más tarde sería mi primer profesor, del que guardo mucho cariño). Como te decía, en mi casa acompañado por el maestro Navarro, se reunían unas voces que en los años 40 había en Jerez de mucha categoría: recuerdo al barítono Julián López Camacho, que tenía una voz prodigiosa, al tenor José Caballero, la soprano Loli Peña, en fin, que se celebraban unas veladas musicales maravillosas.

¿Algún profesor que le haya marcado de un modo innegable?

Yo empecé a estudiar música a los ocho años, el violín a los doce en la recién creada Escuela Municipal de Música por don Moisés Dávia (hoy Conservatorio Joaquín Villatoro). Ahí empecé a estudiar violín con don José Martínez Carmén. La verdad que fue mi progreso muy rápido, pues a los dieciséis ya estaba en el Real Conservatorio de Música de Madrid, para continuar con mis estudios. Al llegar a Madrid un violinista sanluqueño (amigo de mi padre), profesor de la Orquesta Nacional, nos puso en contacto con don Antonio Arias, (me tocó la lotería).

Los años que pasé estudiando a sus órdenes fueron maravillosos. Te contaría infinidades de vivencias: recuerdo que tanto él como su esposa me trataron casi como a un hijo. Muchos días al terminar la clase, me sentaban a comer con ellos. Antonio Arias era un estudioso de la técnica del violín. Por aquella época preparaba una gran Antología de Estudios para el violín, con un trabajo minucioso técnico de cada uno de los estudios. Yo tuve la fortuna de estudiar casi todos antes de publicarse.

Para no extenderme más, solo diré que a él le debo casi todo lo conseguido con el violín. La verdad que los años pasados en el Conservatorio fueron duros, pasé cinco años de estudio, llegué a estar estudiando ocho horas diarias. Eso de los dieciseis a los veintiún años, viviendo solo en Madrid. Se necesita una gran fuerza de voluntad. En esa época de mi vida asistía a conciertos de la Orquesta Nacional (mi profesor Antonio Arias era titular de dicha orquesta), conciertos del Quinteto Nacional, Cuarteto Clásico de RNE. En verdad vivía para la música y al final lo conseguí: he vivido de mi pasión por la música.

En no pocas ocasiones le he escuchado una suerte de máxima imbatible: “Se debe estudiar despacio para luego tocar rápido”. Es así, ¿verdad, Enrique?

En el estudio del violín se necesita una gran paciencia, el diapasón del violín no tiene trastes como la guitarra. Por eso hay que ser muy sensible y preciso para la afinación de las notas. Requiere que el arco frote las cuerdas en el sitio exacto. Mi profesor decía: cuidar el punto de contacto del arco con las cuerdas para el buen sonido, flexibilidad en ambas manos, pues cualquier dureza se reflejaba en el sonido.

¿Cómo surgió la prodigiosa y, en un amén, fructuosa aventura de la Fundación de la Orquesta de Radio Televisión Española? ¿Qué recuerdos guarda de tan prolífica y fecunda época?

Yo terminé la carrera en Junio del 1964, conseguí el Premio de Sarasate, y ese mismo año se convocaron las oposiciones para la recién creada Orquesta Sinfónica de RTVE. Me presenté y gané una de las plazas de violín, en ella he pasado treinta y seis años. He vivido momentos increíbles, por el podium de la Orquesta han pasado directores de talla mundial. Nombraré algunos: Igor Markevitch, Sergio Celibidache, Lorin Maazel, Kondrashin, Eliahu Inbal, Yuri Ahronovich, Sergio Comissiona, los maestros titulares españoles Enrique García Asensio, Antonio Ros Marbá, Odón Alonso, Miguel Angel Gómez Martinez, los directores españoles Jesús López Cobos, Rafael Frühbeck, para no extenderme más diré que todos los directores españoles. (Solistas), Henry Szering, Anne Sophie Mutter, (violinistas), Mstislav Rostropovich (violonchelista, también nos dirigió en concierto) Alicia de Larrocha, Joaquín Achucarro, Alexis Weissenberg, Rafael Orozco, André Watts, Dimitri Bashkirov, (pianistas) sólo son algunos, Nicanor Zabaleta (arpista), Narciso Yepes (guitarra) Victoria de los Angeles, Monserrat Caballé, Teresa Berganza, Pilar Lorengar, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Luciano Pavarotti. Lo dejo aquí para no hacer la lista interminable.

Con la música por bandera

Usted ha llevado la música ‐o incluso podríamos decir que la música le ha llevado a usted‐ por medio mundo… ¿Qué valoración comporta sentirse embajador musical a lo ancho del mapamundi internacional?

Sitios que he visitado como profesor de la Orquesta de RTVE... Toulouse (Francia), donde tocamos la versión íntegra de la Atlántida de Falla, en esa ocasión nos dirigió el Maestro Ernesto Halffter (que fue quien terminó la composición de la obra). En octubre de 1971 la Orquesta Sinfónica de RTVE inicia una gira por los Estados Unidos de América con más de treinta conciertos, para terminar en México. Recuerdos importantes en la Sala Carnegie Hall de New York, interpretamos en versión concierto La Vida Breve de Falla, interpretación maravillosa de la soprano española Pilar Lorengar, el fandango lo cantaba José Menéses, a la

guitarra Enrique de Melchor, un lujo de intérpretes. En el Kennedy Center de Washington llevábamos de solista a la pianista Alicia de Larrocha, otro lujo de intérprete, en esa gira de cuarenta y cinco días hicimos la friolera de treinta y ocho conciertos. De Estados Unidos pasamos a México. En El Palacio de Bellas Artes de México D.F. actuaba de solista Joaquín Achúcarro. En el año 1975 volvíamos a Estados Unidos para otra gira de más de treinta conciertos. En esta segunda gira empezamos en New York y terminamos en San Francisco en el Memorial Auditorium. Cruzamos el charco y nos fuimos a Inglaterra, donde

hicimos un concierto memorable en el Royal Festival Hall de Londres, de allí pasamos a Bélgica. En 1976 regresamos a Francia, a la ciudad de Bourdaux, donde interpretamos La Creación de Haydn bajo la dirección de Igor Markevich. En los ochenta, gira por Suiza, actuamos en Zurich, Lugano, Lausanney Ginebra. En Francia actuaciones en París y Metz. En

el año 1988 nos fuimos a Japóntres semanas, dimos catorce conciertos, destacando en el Auditorio Suntory Hall de Tokio. De España se puede decir que la hemos recorrido varias veces, en especial los Festivales de Granada y Santander, los cuales visitábamos con frecuencia. Recuerdo un año que hicimos las 9 Sinfonías de Beethoven. ¿Me preguntabas que

sentía en éstos viajes? Responsabilidad y orgullo de presentar nuestra música con la Orquesta Sinfónica de RTVE.

La preparación física del violinista

¿Qué preparación puramente física ha de cuidar un buen violinista? ¿Las lesiones más frecuentes se producen en el llamado lesiones codo de tenista o en la mano?

La preparación de un músico de orquesta para mí es reparar la técnica que se pierde con un trabajo tan rápido. Nosotros en temporada de conciertos empezamos los ensayos el lunes y el jueves por la mañana hacemos el ensayo general con público. Cuando se presenta una obra que no hemos interpretado nunca, nos faltan horas de ensayo. Lesiones yo por ejemplo he sufrido codo de tenista en mi caso de violinista, sufren los oídos, pues la sonoridad de la orquesta es a veces muy fuerte y continua.

“La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas”. ¿Qué opinión le merece esta cita de Platón?

Está todo dicho. Es la pura verdad.

¿Se siente profeta en su tierra?

¿Me siento profeta en Jerez? Bueno... que quieres que te diga... haré una comparación: si yo hubiese sido futbolista y jugado en un equipo de Primera División, en el ambiente deportivo sería más conocido... Tratándose de la música, echo en falta ciertas actitudes. Te comento:

cuando volví a Jerez, me ofrecí al Conservatorio y a la Orquesta Álvarez Beigbeder, por si me necesitaban... y sigo esperando el día que me llamen, y en cuanto al Conservatorio, se puede decir que yo salí del inicio de su andadura... Creo que treinta y seis años de experiencia de saber cómo tocar en orquesta... pues tengo algo de lo cual se podían aprovechar la juventud.

Es usted Académico Correspondiente de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras. Un académico, además, activo y muy presente durante el año en la vida académica, además de muy querido por sus compañeros de corporación. A su juicio, ¿cómo definiría el momento actual –en qué estado se encuentra‐ de la Real Academia de San Dionisio?

Enlazo esta pregunta con la anterior. Yo estoy muy agradecido a la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras por mi nombramiento de Académico Correspondiente. ¿Definición del momento actual de la Academia? Creo que desarrolla una intensa labor de comunicación sobre muchos temas de actualidad, los ciclos los veo muy interesantes, pero también digo que la participación de los distintos Académicos es escasa.

Para finalizar, ¿qué le han parecido las instalaciones de las Bodegas Álvaro Domecq?

La visita a las Bodegas Alvaro Domecq me han retraido a mis catorce o quince años de edad, cuando trabaja de la mano de mi padre, en las Bodegas Bobadilla de la calle Cristal: pasear por las andanas me llenaba de viejos recuerdos.

“En el estudio del violín se necesita una gran paciencia"