jueves. 18.04.2024

Éxito de público en las II Veladas del Hotel Jerez

Los protagonistas han sido Julio Mendoza, Alfonso Barroso y Álvaro Domecq

En este mes de septiembre se han celebrado las II Veladas Taurinas del Hotel Jerez, que han sido organizadas por la Tertulia Taurina Jerezana, la Asociación de Aficionados Prácticos y los Antiguos Alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Jerez, con el apoyo imprescindible de la entidad hostelera. Han girado alrededor de los nombres de Julio Mendoza, Alfonso Barroso y Álvaro Domecq y Jerónimo Roldán ha sido el moderador de las tres sesiones en que han consistido las Veladas. Las tres han tenido una amplia concurrencia de público.

La primera noche se dedicó a la figura del doctor Julio Mendoza, médico y cirujano taurino que ha atendido a lo largo de su vida profesional las plazas de Jerez, El Puerto y Sanlúcar. Benito Carral, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Escuela Taurina de Jerez, abrió el acto y aprovechó para trazar un perfil de claroscuros en el panorama taurino de Jerez. Reflejó la fortaleza de la afición en la ciudad a lo largo de mucho tiempo pero también lanzó la crítica hacia la situación actual, en la que diversos factores ejercen para que el ambiente decaiga, sin olvidar entre ellos el factor político, lo que ha desembocado, en concreto, en la situación delicada por la que paso en estos momentos la escuela taurina, a cuya ayuda invitó a concurrir desde las diferentes posiciones en que se encuentren todos aquellos que vibran con la emoción de la fiesta de los toros. A continuación, el doctor Benito Ortegón hizo una semblanza del homenajeado, inspirada por la amistad y la devoción del profesional que se ha formado junto a él.

El doctor Julio Mendoza se explayó recordando su biografía, principalmente su juventud y las vivencias a lo largo de su práctica de la Medicina, incluyendo anécdotas relacionadas con la afición taurina. Natural de Jerez, su padre era maestro de escuela y fue destinado a El Bosque, donde se casó, vivió y tuvo tres hijos, hasta que volvió a Jerez. El pequeño Julio iba de vacaciones al pueblo serrano y luego se quedó a vivir allí con un tío, veterinario, estancia que duró hasta que empezó el bachillerato. Terminado éste, se decidió por estudiar Veterinaria en Córdoba, pero el mismo día de la matrícula cambió de opinión en la estación de tren y optó por Medicina por la razón de que tres amigos suyos lo convencieron para seguir juntos, pero en Cádiz.

Mientras estudiaba se puso a trabajar en el Hospital de Mora como inspector de sala y asistía a las clases prácticas de cursos superiores por su cuenta, lo que le aportó gran experiencia; pudo entrar a trabajar a través de la Diputación, con ayuda de don Álvaro Domecq, que era presidente de la institución provincial. Al acabar la carrera vino a Jerez y se instaló por su cuenta, para lo cual siguió siendo fundamental la colaboración de don Álvaro, que le encargaba la atención de todo su personal y lo recomendaba a los amigos. Luego entró en el hospital de Jerez y así continuó don Julio relatando, ante la atención del público que llenaba la sala y entre el que se encontraban numerosos representantes de los sectores taurinos, como Luis Parra Jerezano, José Luis Galloso o Paco Ojeda; también se encontraban compañero sanitarios que han tratado con él a lo largo de su trayectoria profesional.

Al término de la exposición Pedro Toro, presidente de los Aficionados Prácticos de Jerez y profesionalmente sanitario que ejerce en el Hospital, le hizo entrega de una placa al doctor para recuerdo del aprecio que le profesa el mundo del toro.

La segunda de las Veladas estuvo dedicada al picador retirado Alfonso Barroso. Loli Barroso, hija de Alfonso, encabezó el acto para trazar un retrato íntimo de su padre, el torero en su casa, del que destacó su calidad humana y su valor como cabeza de familia. Los valores del toreo (y del mundo del caballo) son de directa aplicación en la vida y Barroso se ha preocupado por inculcarlos en su familia. Sus palabras se completaron con unas imágenes que se proyectaron sobre una pantalla.

Alfonso Barroso fue contestando a la serie de preguntas que Roldán le iba desgranando. En sus respuestas dejó extendido su concepto del trabajo de picador y su visión de la actualidad taurina y especialmente del tercio de varas. Su padre entró a trabajar como domador con Juan Belmonte, luego con el conde de Pinohermoso y después en La Peñuela, lo que le sirvió a él para formarse como jinete. Su afición taurina le llevó a participar en los tentaderos picando, lo que le permitió iniciarse en las novilladas en los años cincuenta. Se unió a Rafael de Paula, a Bienvenida y, sobre todo, a Antonio Ordóñez; otros nombres fueron Diego Puerta, Miguelín, Dámaso González y José Mari Manzanares. Su carrera ha sido brillante, a lo largo de cincuenta años; cinco mil toros y dos mil setecientas corridas forman su currículo, sin olvidar los tentaderos invernales en plaza y a campo abierto de todos los años. Sus plazas son, tras Jerez, Méjico y Sevilla; en ésta última le han tocado la música cinco veces. Se refirió especialmente a su mujer, presente en la sala, y agradeció a la afición de Jerez que le dieran ese homenaje.

Se contó en la mesa con la presencia del hijo, José Antonio Barroso, picador en activo actualmente en la cuadrilla de El Juli, que, por cierto, ha sido premiado este verano por su actuación en El Puerto; tomó la palabra para agradecer la presencia especialmente de los picadores que se encontraban en la sala acompañando a su padre. Rafael Valenzuela, presidente de la Tertulia Taurina Jerezana, le entregó al veterano picador una plaza, que simbolizaba el homenaje, y a su hijo Loli le ofreció un ramo de flores.

La tercera noche de las Veladas tuvo como protagonista al rejoneador y ganadero Álvaro Domecq, quien expuso, con voz pausada y sentida, todo un recorrido por sus memorias, que son muchas, a través de su vida entregada al toro y al caballo. Partiendo de la presencia de su padre, don Álvaro, vivió este mundo desde que era pequeño colegial y luego fue conviviendo con la gente del campo, reconociendo la experiencia adquirida junto a Casimiro. Su paso al rejoneo en público y su etapa triunfal con los Jinetes del Apoteosis, así como la estela dejada con sus dos sobrinos fueron ocupando lo principal de su relato. Le dedicó un apartado especial a la etapa de la Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, desprendiendo confidencias sobre su experiencia como alumno en la Escuela Española de Equitación en Viena. Acabó dejando en el aire la esperanza de que Jerez vuelva pronto a tener protagonistas en el arte del rejoneo, como siempre tuvo, para lo que ve materia prima tanto dentro de su familia como fuera de ella.

Después tomó la palabra su sobrina Isabel Domecq, que es la directora del espectáculo “A campo abierto”, para exponer la temporada (de marzo a octubre, dos días a la semana) de este espectáculo innovador, que se ejecuta en la finca de Los Alburejos. Comenzó con la proyección de un vídeo, artísticamente realizado, y luego fue desgranando las características del espectáculo, incidiendo en el éxito que lo acompaña a lo largo de su historial, con numerosas felicitaciones de los asistentes y la fidelidad con que muchos responden, incluso procedentes de las zonas del mundo más distantes.

Rafael Valenzuela hizo entrega de una placa como testimonio del homenaje. En las tres noches, por gentileza de Bodegas Estévez, hubo ocasión de compartir una copa de vino al término de cada acto mientras se intercambiaba impresiones.

Éxito de público en las II Veladas del Hotel Jerez