jueves. 25.04.2024

La tranquilidad del lector

Lo último de Adolfo García Ortega, ‘Fantasmas del escritor’, va más allá del ensayo

La tranquilidad del lector

Lo último de Adolfo García Ortega, ‘Fantasmas del escritor’, va más allá del ensayo

Uno sabe ya a estas alturas que quien se levanta de escribir no es el mismo que horas antes se sentó. La escritura es un proceso modificatorio, de la misma forma que lo es la lectura. Decía John Steinbeck que ‘en la soledad absoluta un escritor intenta explicar lo inexplicable’. Idro Montanelli, por ejemplo, se encerraba a escribir en su despacho buscando la serenidad de su interior boscoso y libresco, y salía luego despeinado y con la corbata medio desanudada como si hubiera librado una batalla épica. A mí también me ocurre cuando escribo, pero sobre todo con algunos libros que leo, como sucede con ‘Fantasmas del escritor’, lo último de Adolfo García Ortega (Valladolid, 1958), del que se sale tras su lectura radicalmente transformado.

Este libro va más allá del ensayo, de ese casi irrefrenable deseo que todo escritor alguna vez siente de escribir sobre qué escribe y por qué escribe. El vallisoletano bucea en su propia literatura, y lo hace desde las motivaciones y los desengaños, desde su pensamiento lúcido y, por encima de todo, desde sus lecturas, lugar común donde yo me encuentro. Su prosa destila inteligencia (algo a lo que ya nos tiene acostumbrado García Ortega) y reflexión crítica, no sólo sobre literatura, sino sobre pintura, música, religión, etc. Son esas cosas las que conforman su mundo literario y personal, sus incertidumbres y sus fantasmas.

Después de habernos contado durante años historias luminosas y de la más alta literatura, el escritor ahora se sumerge (y nosotros con él) en el laberinto telúrico e interior de su escritura y de sus emociones, en su mundo trascendente de la experiencia comprometida con el oficio de escribir. A veces él mismo parecer querer saquear los límites estilísticos de la literatura, e irrumpe con reflexiones y confesiones de índole más personal, casi doméstica, con una técnica realmente medida como quien muestra resistiéndose a mostrar demasiado. A mí su prosa me transporta a un lugar donde me siento feliz, aunque a veces me exponga al abismo de la escritura, porque hasta eso en Adolfo García Ortega me parece magistral.

Adolfo García Ortega

Fantasmas del escritor nos devuelve a ese casi olvidado placer de la lectura serena y profunda, y nos deleitamos demorándonos en sus párrafos y degustamos cada palabra, porque este libro nos hace creer en la fuerza irreductible de la literatura.

Rescato lo que dijo Ralph Waldo Emerson: ‘Un hombre se conoce por los libros que lee’, para asegurar que después de leer este fantástico libro no sólo conoceremos más a su autor, sino que también nos conoceremos un poco más y mejor a nosotros mismos.

[avatar user="ignacioarrabal" size="thumbnail" align="center"]Ignacio Arrabal[/avatar]

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