jueves. 25.04.2024

En Villamartín, gran toreo y grandes toros

Lluvia de orejas para Diego Ventura, Manuel Escribano y Octavio Chacón

Plaza de toros de Villamartín, 23 septiembre de 2017. Corrida con motivo de la Feria de Otoño, organizada por la empresa Capote de Brega en la plaza de Ruedos del Sur. Tarde soleada con marañas y brisa. Lleno de público. Ameniza la Asociación Musical “Manuel Fraile” de Villamartín. Preside Juan Carlos Ramirez, concejal de Festejos.

Se lidiaron dos toros (primero y cuarto) de Benítez Cubero, encaste de origen Hidalgo Barquero con mezcla de Pedrajas, y cuatro de El Torero, encaste Domecq, en general bien presentados en su tipo. En el arrastre recibieron los honores de la vuelta al ruedo el tercero, el quinto y el sexto; fue aplaudido el cuarto y tuvo palmitas el primero.

Diego Ventura: medio rejonazo y rejón entero tras dos intentos; una oreja. Gran rejonazo; dos orejas y rabo.

Manuel Escribano: dos pinchazos y entera traserilla que basta; una oreja. Entera algo tendida que basta; dos orejas y rabo.

Octavio Chacón: entera ligeramente contraria que basta; dos orejas y rabo. Gran estocada fulminante; dos orejas y rabo.

Incidencias: realizó el paseíllo como sobresaliente Chamaquito; dos caballos de Diego Ventura (Importante y Homeo) hicieron su debut en público; las tres figuras acarteladas salieron a hombros, junto al mayoral de la ganadería El Torero.

Villamartín es un pueblo y tiene plaza portátil pero es capaz de componer un festejo taurino con un cartel de plaza de primera. En efecto, el rejoneador Diego Ventura era en esta cita el gran atractivo, no sólo por ser ahora el primero de los rejoneadores sino porque no va nunca a portátiles y lo teníamos aquí. Escribano es ingrediente en cualquier feria y, por último, el paisano Octavio Chacón venía de su reciente cita en Las Ventas; además, el de Prado del Rey fue el triunfador en esta misma plaza el año pasado, si bien pagando con sangre, y los aficionados de la zona esperaban verlo de nuevo, indudablemente; era, por tanto, otro atractivo de primera. Los toros no se habían escogido en cualquier sitio; El Torero está en un momento magnífico y es garantía de bravura (mérito de la ganadera pero no olvidemos al mayoral).

Diego Ventura, en su primero, bien presentado y que salió con patas, sacó a la yegua alazana Campina para parar y dejó dos rejones de castigo, viendo que el toro respondía; el segundo caballo en salir fue el castaño Importante, que debutaba, y con él hizo una pasada de prueba y  confianza, portando el rejón con banderola desplegada, para luego poner una banderilla citando de lejos y quebrando; Chalana empezó a encender los ánimos y los aplausos con su galope a dos pistas antes de poner dos banderillas, tras las que se lució tanto en el temple como en las piruetas;  otras dos banderillas puso sobre Lío, caballo que luce lazos de la bandera española y hace los quiebros muy marcados; Bombón, de capa palomina, salió para dejar tres cortas y luego ejecutar el par a dos manos, antes del momento del rejón de muerte.

Con su segundo, colorado y bravo de salida, Diego optó de inicio por el bayo Bronce, caballo valiente y que recorta bien, sobre el que puso dos rejones de castigo; Fino sirvió para elevar el tono de la labor rejoneadora con su toreo de ancas y sus piruetas en la cara, mientras ponía tres banderillas con quiebros exagerados, templaba a dos pistas, cambiaba por los adentros y se lucía con el passage en medio del aplauso continuo; Dólar, el caballo que está sorprendiendo con sus actuaciones sin cabezada, hizo pasadas para citar y cuarteó al momento de poner dos banderillas, en la segunda de las cuales, mientras citaba, el rejoneador fue alabado con un fandango desde el tendido; el joven tordo Homeo, debutante también, salió para que su dueño pusiera tres banderillas cortas; Remate, albino y veterano ya, colaboró asimismo en tres cortas y saludó al público con levadas y con las manos sobre el estribo antes de acometer con el rejón de muerte, tras el cual el de La Puebla mandó a sus auxiliadores a taparse para quedar él, con un capote, solo frente al toro durante un momento escénico.

Manuel Escribano, de azul marino y oro, en su primero, enmorrillado y corniabierto, ejecutó tres largas cambiadas de rodillas antes de una serie de verónicas de sabor al paso, cerrando en el centro con media de rodillas y revolera; la puya fue bien asentada pero no excesiva y se complementó con un quite mixto de chicuelinas y tafalleras en la boca de riego; pareó el maestro, sin excesivo lucimiento, con dos cuarteos y un quiebro. Tras brindar al público, inició la faena con cinco pases de rodillas, a los que siguió una tanda en redondo; por la izquierda el animal se desentiende un poco y los pases van de uno en uno; a la diestra, anima con molinetes antes de que se pusiera remiso; con la izquierda de nuevo y, de nuevo, de uno en uno; con la derecha vamos a las cercanías, molinillos y desplante sin muleta, cerrando con manoletinas mirando al tendido en terrenos de tablas; el trofeo cayó como premio a la voluntad.

A su segundo, bien hecho aunque algo cornidelantero, lo saludó con una larga cambiada de rodillas y lances al paso; la puya fue dura y se realizó tapando la salida (por eso fue dura); el maestro banderillea de nuevo, también con dos cuarteos y un quiebro, sin excesiva perfección. Después de brindar a José Luis Galloso, el inicio fue en el centro con cambio por la espalda seguido de una tanda de trazo largo y otros cambios; luego hay una serie bajando la mano y el toro humilla, siguiéndole otra buena en la que hace el avión; por la izquierda también hay una serie de mano baja y mucha humillación, yendo el toro a más, por lo que el torero continúa con más series largas exigiendo y el bicho respondiendo; a la derecha hay pases de rodillas y luego en redondo, mientras algunos gritan “no lo mates”; el subalterno Juan Sierra se acerca al mayoral a preguntarle “¿qué hacemos?”, a lo que Diego Ventura responde, con gestos, que de buscar el indulto, nada; se termina con una serie en redondo. El mayoral salió a la vuelta triunfal junto al matador.

Octavio Chacón, de burdeos y oro, a su primero, tocado del derecho y que remata en tablas, le obsequia un recibo elegante por sentidas verónicas a pies juntos, completadas con chicuelinas y, ya en los medios, la revolera; Octavio (como torero de la casa) ya se había dado cuenta de la calidad del toro y decidió darle el protagonismo poniéndolo limpiamente en un punto lejano y el toro acude presto, entre la admiración del respetable, y realiza una pelea buena, con puya cuidada, para, en el segundo envite, volver a arrancar de lejos entre aplausos, ahora con puya breve de Esquivel, que se retira entre nuevos aplausos; vino luego un duelo de quites entre Escribano, por gaoneras, y el titular del toro, por chicuelinas, duelo de alegría y ovación; vimos dos pares buenos del pradense Vicente Ruiz. El brindis fue para el arcense Cristóbal, gran apoyo de Octavio, pero se realizó en la arena, cosa que debería estar prohibida; el inicio tuvo lugar directamente en el centro y sin probaturas, con una tanda en redondo, para seguir con otra, en el tercio, bajando la mano y siguiendo con otra para mostrar cómo era el toro de humillador y repetidor, entre aplausos calurosos; con la izquierda se citaron en el centro y el toro respondía rápido a cada llamada; de nuevo con la derecha va estupendamente en una gran serie que levanta otra ovación; cuando llega el toreo en circular el animal va hasta donde le mandan, tanto con la derecha como con la izquierda; todavía hay otra serie por el pitón derecho, aplaudida, antes de llegar a las manoletinas citando de frente y rematadas con desplante de rodillas, epítome de una faena entregada; algunos piden que no lo mate.

En su segundo, castaño bociblanco y guapo, el saludo se efectuó con una larga cambiada de rodillas, seguida de lances genuflexos rematados con media y revolera; en varas el toro acude también de largo pero recibe una puya larga, con salida tapada innecesariamente y además barrenando; la segunda vez también acude de lejos, entre aplausos, para puya esta vez breve; el quite por gallosinas cerrado con revolera entendemos que fue un homenaje al maestro Galloso, otrora apoderado del actuante; en los palos vimos un gran par del ubriqueño Miguel Ángel Sánchez. Con brindis al público (que debería haber sido el primer brindis), la muleta empezó en tablas por alto y avanzado al centro, para irse a sol a ofrecer una serie iniciada de rodillas y seguida en redondo, mirando al tendido en los pases finales; con la izquierda cita de lejos para evidenciar la alegría del toro y ejecuta otra en redondo con pases de trazo largo; de nuevo por la derecha también hay cite de lejos y el toro sigue repetidor, aguantando así otra tanda; con la izquierda hay otra prueba a mano baja y tenemos otro desplante del torero, desarmado; como el toro tiene reservas, se va a sol y nos ofrece otra serie mirando al tendido y luego varios pases de rodillas, en auténtica borrachera, otros cuantos tocando el pitón y, de nuevo, desplante tirando la muleta; vinieron por último las manoletinas y los circulares.

La terna, con el mayoral, salió a hombros en medio de los aficionados y el desfile de retirada fue un colofón para una tarde de gran toreo y grandes toros. Fuera de la plaza, la gente se arremolinaba con los protagonistas para fotos, autógrafos y más fotos, mientras los cacharritos del real de al lado seguían con su guirigay, colaborando a la euforia. La feria de Villamartín estaba eufórica y esta tarde de toros había contribuido en gran manera.

En Villamartín, gran toreo y grandes toros