viernes. 29.03.2024

'Ni tanto ni tan calvo'

“Dentro de unos años a España no la va a conocer ni la madre que la parió”

'Ni tanto ni tan calvo'

 Por Pascual Fernández Espín 

Las rimbombantes cifras de mejoría y continuo machaque de la recuperación económica del país vuelven a darse de bruces con la realidad del día a día. Sobre todo con la realidad diaria de los ciudadanos de a pie. Aquellos que, aunque se irriten y bramen en arameo, porque su economía particular anda como los cangrejos, pagan y pagan y vuelven a pagar. Y es que por más que uno quiera ser permisible, buenista o lelo, no le cuadran las estadísticas por ningún lado.

Todos los días que sale el sol, y los nublados también, o abriendo o cerrando telediarios, vuelven… volvemos a escuchar que, en esto del crecimiento y la economía, España va viento en popa y a toda vela, y crecemos al no sé cuánto por ciento. Vamos, una barbaridad de crecimiento, pero amigos míos, algunos seguimos rascándonos el bolsillo y no nos cuadra…pelusilla y polvo. Qué quieren que les diga. Y no me cuadran las cuentas porque esa recuperación milagrosa, o soy miope, que también, o no la veo en cercano horizonte… Bueno sí. Como decía en sus buenos tiempos de látigo flagelador, don Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno González, cuando tomaba carrerilla y se le llenaba su histriónica boca de datos de recuperación económica, o descalificaciones al contrincante político, y soltaba alguna de sus perlas que han quedado para la historia.

Decía, ya digo, el señor Guerra: “Dentro de unos años a España no la va a conocer ni la madre que la parió”, o simplemente, sin parimientos por medio, solía repetir machaconamente: “¡España va bien, España va bien!”. Claro, al ínclito señor Guerra, ahora intelectual, muy cuco él, le faltaba terminar la segunda parte de su adagio popular. “España va bien… por lo menos en mi casa”. Puñeta, y eso mismo parece pasar ahora.

Mientras no se desperdicia oportunidad para proclamar a los cuatro vientos que crecemos más que nadie en Europa, que el PIB es la repera, que somos los reyes del Mambo en la creación de puestos de trabajo y no sé cuánto brillo más, va y aparece la última encuesta del Instituto Nacional de Estadísticas. (INE) ¡Vamos!, que no lo dice el tío Pencho en tarde de farra y vino, lo dice un organismo oficial encargado de la coordinación general de los servicios estadísticos de la Administración General del Estado.

Pues bien, según los últimos datos sobre Condiciones de Vida de los Españoles, publicada recientemente por el INE, un  23 %, y creciendo,  de los españoles está en el umbral de la pobreza y a punto de caer en la exclusión social absoluta después de tantos ajustes sufridos. Y si individualmente trasladamos los datos de INE al terreno de las taifas, o sea, al de las Comunidades Autónomas, es como para exiliarte en un monasterio tiberiano y no volver a esta tierra de pagamentas como no sea para hacer religiosamente la Declaración a la Hacienda del señor Montoro.

Porque fíjense ustedes: en esta España de la igualdad invertida, por poner un ejemplo, el País Vasco, Navarra o Madrid tiene unos ingresos por familia tipo, (un matrimonio con dos hijos), de casi un 38% de ingresos más que una de Andalucía. Pero nadie se asuste, porque en este punto, la Comunidad Murciana ostenta el desgraciado honor de encabezar la pole position de menos ingresos por familia. O sea, lo que se dice, triunfando. Reseñaremos unos datos más de los aparecidos en el INE y paramos, no sea que se nos rebele el personal y nos traten de anti todo.

El 47,9% de los murcianos no tienen capacidad para hacer frente a un gasto imprevisto de 625 euros un mes cualquiera; Asimismo, el 10,7% admite tener retrasos en los pagos relacionados con la vivienda principal. Más del 50% de los habitantes de la Comunidad no pueden marchar de vacaciones una sola semana al año, y el 13% reconoce impagos en los gastos del hogar. De igual forma, uno de cada cinco murcianos (20,2%) no puede permitirse el “lujo” de mantener la vivienda a una temperatura adecuada…Aunque aquí, observando los datos del INE, donde los andaluces salen peor parados que los murcianos, alguien podría echar mano a la moraleja que suele conformar a plañideras de moco blando, cuando de llanto se trata: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.

Lo malo de esta disconformidad social… de este cacareo de gallinero y pagamentas a destajo, es que muchos de los ciudadanos, llamémosles, ciudadanos jodidillos, tiende a radicalizar sus pensamientos y voto, y los predicadores de la salvación y gloria eterna, que están en cada esquina, lo saben. Y sin ser nada especial, ni en política ni en fundamentos democráticos, porque debajo de la primera capa de pintura se oculta el óxido, quiere aparentar que son de otro planeta, casta aparte, dando tesis de gobernabilidad al “tendío” mientras reparten carnés de demócratas a quienes ellos creen conveniente.

Pascual Fernández Espín, escritor murciano nacido en Bullas en 1948, es autor de "Bulerías tal como lo escuché", "Salto lucero", "El pastel ajeno", "Con el Otoño a cuestas" y de "Testimonio de una tragedia".

Sin embargo lo cortés no quita lo valiente, y es una realidad claramente palpable que lo arcaico… lo de siempre, los de: “ahora me toca a mí, y luego te toca a ti,… y que paguen los mismos”, o se renuevan o perecen. Y para muestra un botón. Ahí tenemos los resultados de las primera vuelta de las últimas elecciones francesas, donde los llamados partidos tradicionales( izquierda y derecha) han quedado sumergidos en el lodo de la marginalidad, dando paso a sabia nueva, como el más que probable ganador de la contienda, el centrista  Emmanuel Macron, y a la no tan nueva, como es la comecocos ultraderechista, Marine Le Pen.

Pero ya verán ustedes cómo al final, como en casi todo, los franceses tendrán altura de miras y, al contrario que los españoles, donde los individualismos prima sobre el conjunto, ellos sí sabrán conjugar un gobierno de coalición donde prime la cordura y el interés general de su tierra, apartando a las tesis más radicales, que siempre tratarán de pescar entre las abonadas aguas de los más desfavorecidos.

'Ni tanto ni tan calvo'