viernes. 19.04.2024

El "accidentado" estreno de la serie "El accidente" en Telecinco

De cómo el tráiler desvela anticipadamente las claves de la trama

Podríamos ponernos exquisitos, demasiado técnicos tal vez, a la hora de evaluar el estreno -al fin, al fin- de la serie de Telecinco ‘El accidente’. Y abordar así el elemento diegético de esta novedad televisiva: su tiempo (lento y a veces cansino), su narración (del todo predecible y previsible) y su música (variante según se desarrolle en la dehesa cacereña o en las escenas de vehículos en quinta marcha). O el argumento, basado cuasi textualmente en la serie turca ‘Son’ (¿carecen últimamente de originalidad -de cierta dosis de creatividad- los guionistas españoles? ¿A do fue a parar la múltiple musa de la imaginación?).

Con todo y con eso, analicemos por partes algunas claves del ambiguo y encontradizo -a bombo y platillo anunciado- estreno de ‘El accidente’:

Primero: Se trata de una sinopsis de misterio. De intriga a mejor decir. Intriga comporta -y comparte- un significante: que el espectador desconozca casi por entero qué va a suceder. La estructura formal del argumento -la escritura de su escaleta- así nos lo evidencia desde el minuto uno de emisión. El puzzle está montado para desorientar a los telespectadores (quienes a tientas manejan un solo punto de partida).

A mayor abundamiento la previa e intensísima -y por veces desesperante y exasperante- campaña promocional orquestada por Telecinco también abría las capas de expectación sobre el lacónico adelanto de una sola pista: el título de la serie y el anuncio prologal de sus dos actores protagonistas: Inma Cuesta y Quim Gutiérrez -quienes volvían a reencontrarse de nuevo tras el sonado pimpampum cinematográfico de carnal diálogo playero: ‘Primos’-.

Esa única pista no permaneció tal cual hasta la aparición del primer fotograma -el pasado martes noche- en nuestra televisión. Muy al contrario: el marketing anunciador de los últimos días ha desarrollado y desplegado más caudal informativo del permisible. He aquí uno de los más torpes -con perdón- sustentos de la planificación promocional de 'El accidente’. La desmesura de las revelaciones que, por trechos y a medida que se acercaba la noche de la emisión, había ya adelantado el tráiler.

¿Era necesaria, sumaria y sumamente necesaria, tanta explicitud? ¿Tanta margarita deshojada? ¿Tanta cortina descorrida? El mayor y más sañudo enemigo de ‘El accidente’ ha sido su “accidentado” y demasiado explícito tráiler, en cuyos flashes ya revela y despeja buena parte del arquitrabe de las incógnitas misteriosas que cimentaban esta trama inicialmente punto menos que interesante.

Todo el minutaje del primer capítulo ya nos lo sabíamos al dedillo porque la escasa destreza del adelanto promocional se había encargado de ofrecer datos y datas. Si Alfred Hitchcock levantara la cabeza, hubiese asesinado -metafóricamente hablando- al promotor de la fallida promoción -tan absurdamente esclarecedora- del producto no manufacturado de Telecinco. La intriga quedó reducida a un detritus archisabido. A semejante despropósito cabe sumar el desliz, el lapsus linguae, de Quim Gutiérrez horas antes cuando, en el programa ‘Sálvame’, cayó -iluso- en la pregunta trampa de Jorge Javier. Quim zampó a las primeras de cambio: “Sí, el marido sigue vivo”. A lo que, fruncido el ceño, Inma Cuesta interpela al compañero: “¿Pero eso se puede decir, Quim?”. Accidente tras accidente, tropezón tras tropezón, metedura de pata en unas previas que desnuda y tritura a la par toda prueba del laberinto argumental. ¿Constituye una flagrante desconsideración hacia el espectador el revelado apriorístico de tantísima información? ¿Quién es quién para aniquilar de antemano el efecto sorpresa?

Segundo: A pesar de los pesares los índices de audiencia registraron todas las variables de su rotundo éxito (de seguimiento de masas): más de 3,2 millones de espectadores (20,3% de share). Valga decir: uno de los mejores números de lo que llevamos de temporada. Síntoma de la necesidad del respetable de ofertas inéditas en una programación televisiva por lo común manida y repetitiva en sus enfoques y en sus prismas.

Tercero: Nos topamos con elementos de la trama que -casi a la chita callando, zigzagueando por escondrijos colaterales- aún no fueron desvelados por el tráiler. A Dios gracias. Mano de santo. Pica en Flandes. A favor de una sutil pretensión del paulatino despliegue de la historia: ¿Por qué intrincadas razones José (Quim Gutiérrez) ha planeado cuanto aún no sabemos qué? ¿Alguien espía la casa de Lucía (Inma Cuesta): quizá su potencial enamorado cuñado (Juan)? ¿Quién es la anónima y espigada señorita del aeropuerto? ¿José Espada mantiene alguna clase de oscuros negocios con el cacique -ad nutum- Joao Ferreira? Hacemos votos para que ninguna de estas respuestas se esclarezcan en el martilleo de sucesivas promociones.

Y cuarto: El elenco actoral. Grupalmente cohesionado. Sostenido por una aceptable dirección de personajes. No todos los papeles brillan con idéntica intensidad. Quizá por el texto arrítmico de un guión que a menudo hace aguas. Eso sí: Quim Gutiérrez siempre cubre y sobrepasa el nivel interpretativo que requiera su personaje. Calidad de excelencia. Es un actor nato de miradas expresivas -en su indolente quietud-. Quim domina el ademán de la retina. Y dota de credibilidad -de verosimilitud- su artístico desdoblamiento. Inma Cuesta justifica y valoriza al alza cualquier ámbito escénico en el que ella asuma la desenvoltura de su virtuosismo actoral. Encarna el magisterio -jamás alambicado- que late detrás de la pantalla chica -la televisión- o de la gran pantalla -el séptimo arte-. Inma Cuesta es la estrella que a manos llenas salvaguarda la quinta pared. En ‘El accidente’ se distancia sobremanera del resto de sus compañeros de reparto. Quizá porque la ambientación bascule entre el filo de navaja lorquiana y la morena jovialidad de una moderna prospección de hechos consumados.

El "accidentado" estreno de la serie "El accidente" en Telecinco